domingo, 27 de enero de 2008

Capítulo 12.- ¿Se acabó?

Finalmente, luego de aquella tarde, Harry y Ron se volvieron a hablar. Los dos estaban ansiosos por contarse muchas cosas. El pelirrojo aún tenía problemas para aceptar a Anny del todo, pero al menos, ya podía estar con ella en la misma habitación.

- ¡No puede ser!
- ¿Qué? – preguntaron al unísono Harry y Ron a la hora del desayuno, luego de la exclamación de Hemione, cuando ésta leía el diario.
- Vamos, habla. - la apresuró Ron.
- Han comenzado arrestos masivos. Han detenido a Stan Shumpike y Mundungus Fletcher, entre otros magos.
- ¿Stan? - preguntó Harry, quien recordaba muy bien haberlo conocido antes del inicio de su tercer curso cuando escapó de casa de sus tíos en el autobús Noctámbulo. - ¿Porque Stan?
- Pues han estado arrestando sospechosos, pero los detienen sin tener evidencia suficiente de que sean mortífagos. – agregó la chica.
- El gobierno solo busca chivos expiatorios, conejillos de indias que hagan parecer que realmente están haciendo algo, cuando en realidad no tienen ni idea de por donde comenzar a buscar. – comentó Anny, que acababa de llegar frente a la mesa de Gryffindor. - ¿Harry?
- ¿Que? – preguntó el muchacho, quien estaba muy interesado escuchando a Hermione.
- La clase. – le recordó ella.
- Ah, sí. Nos vemos luego.
Se despidió el muchacho de sus amigos. Cuando se alejaron del comedor, Harry revisó su reloj.
- Aún faltan 10 minutos para que comience. – comentó.
- Ya lo sé, solo quería estar contigo un poco más de tiempo.
Harry quiso tomarla de la mano, pero ella la escondió entre su túnica. El chico se dio cuenta que estaba molesta.
- ¿Estas bien?
- Sí, ¿porque no habría de estarlo?
Anny ni siquiera lo miraba. Caminaba fría e impasible.
- Pues pareciera que no quieres que esté contigo…
- Te acabo de decir que quiero estar contigo, ¿no?
- …O que no quieres que esté con mis amigos. – agregó disimuladamente. Anny se detuvo frente a él, claramente enojada.
- Piensa lo que quieras Potter, no me importa. – le dijo mirándolo a los ojos con desdén, luego se dio la vuelta y caminó más rápido, tratándose de alejarse de él.
- ¿Pero que te pasa? – preguntó Harry, al alcanzarla.
- NADA. – respondió Anny de mala manera y evitándolo.
Harry la tomó por el brazo haciéndola voltear hacia él.
- ¿Qué te pasa? – preguntó en tono serio y molesto.
La chica lo observó un momento, abrió la boca para contestarle, pero no dijo nada. Harry seguía expectante por la respuesta. Finalmente, ella se decidió a responder.
- Tuve una mala noche, es todo.
- ¿Y por eso me tratas así?
- Perdón, pero no puedo evitarlo, ya es una costumbre.
- Pues a ver si vas aprendiendo a controlar tu mal carácter. Yo no tengo la culpa de tus problemas.
Harry la soltó y caminó, dejándola atrás. Anny ya no dijo nada, ni ese momento ni el resto de la tarde.

Luego de la cena Harry pensó que había sido demasiado duro con ella, después de todo, él paso todo un año gritándole a medio mundo (o mundo y medio) solo porque se sentía incomprendido y solo. El muchacho pensó que sería mejor disculparse con ella antes de irse a dormir.
- ¡Anny! – la llamó mientras ella se dirigía a su sala común en las mazmorras. - ¿Podemos hablar?
Ella asintió con la cabeza y lo acompañó en silencio. Entraron en la primera aula vacía que encontraron (escondiéndose de prefectos y maestros).
- Solo quiero disculparme por lo que te dije en la mañana – ella solo lo miraba – eso de no desquitarte con los demás. Sé lo que se siente estar enojado y no poder hacer otra cosa que descargar tu furia con otros, pero no es la mejor forma, sabes…
Ella permanecía callada, solo observándolo. Harry comenzó a ponerse nervioso sin saber porqué.
- … Puedes lastimar a los que te quieren si los tratas así y… ¿No tienes nada que decir? – le preguntó a Anny. La chica lo miró un instante, luego dijo:
- No. Yo te entiendo Harry. Tienes razón, en todo lo que dijiste. – respondió con tristeza, como derrotada. Harry la miró extrañado, ella no se comportaba así.
- ¿Estás bien?
- Estoy cansada… muy cansada – exclamó mirando al suelo. De pronto volvió su vista a Harry. Sus ojos brillaban más que de costumbre. – Ya no volveré a desquitarme con los demás por lo que me pase. Ya no involucraré a nadie en mis problemas… absolutamente a nadie. Te lo prometo.
Anny le sonrió débilmente, lo besó en la mejilla y se fue a su sala común. Harry se quedó en el aula contemplándola por la espalda mientras su cabeza se llenaba de dudas.

A la mañana siguiente Anny no se presentó a desayunar, tampoco a la primera clase ni a la hora del almuerzo. Harry la vio hasta la clase de Pociones, por la tarde. Ella lucía fastidiada y molesta. Se sentó hasta el final del salón, Harry se sentó junto a ella.
- El día de hoy intentarán aprender a realizar la poción de la verdad, muy difícil, por cierto. Para lograr hacerla correctamente primero deberán conocer desde sus orígenes…
Comenzó Snape son su habitual desdén hacia sus alumnos, que escuchaban atentamente. Pero Anny parecía estar absorta en otro mundo, escribiendo rápidamente en su libro negro.
- ¿Qué escribes?
Ella no respondió.
- Parece que el Sr. Potter ya sabe como hacerla pócima de la verdad, así que nos la explicará a todos. – El resto de los alumnos se le quedaron mirando. – Sr. Potter, lo estamos esperando… - Harry le dirigió a Snape una dura mirada de odio –… me lo imaginaba. Será mejor que se calle y ponga atención, o tendremos que compartir otro año.
Al terminar la clase Harry se fue detrás de Anny para pedirle una explicación por su comportamiento, pero ella misteriosamente desapareció de su camino.

*
Conforme pasaban los días, el clima del otoño se volvía cada vez más frío y sombrío, igual que Anny. La chica, una vez más, volvía a ser temida como antes. Cuando caminaba por los pasillos de una clase a otra, su rostro era como de piedra y su mirada dura y fría como el acero, nadie quería cruzarse en su camino por miedo a ser hechizados por ella, como era su costumbre. Durante las horas libres, desaparecía sin dejar rastro, y hasta el mismo Harry no sabía a donde se metía. Ron y Hermione siempre le preguntaban el porqué de su carácter tan arisco, incluso con él.
- ¿Seguro que no le hiciste nada para que esté enojada contigo? – preguntó Hermione a Harry durante la cena.
- Claro que no. Ya ni siquiera me habla como antes.
- Tal vez está molesta porque nos volviste a dirigir la palabra.
- Sé que no es eso. Fue ella la que habló con Ginny para arreglar las cosas con ustedes. Ella quería que volviéramos a ser amigos.
- Entonces no entiendo nada. Fue luego del partido de quidditch cuando comenzó a portarse así, ¿cierto?, tal vez se enfadó con su equipo. – continuó Hermione.
- No sé que es, pero me preocupa, y mucho. – concluyó el muchacho.

Era la mitad del otoño, en una mañana fresca de sábado, el equipo de Slytherin salía a practicar.
- ¿Es necesario Malfoy?, el próximo partido será hasta febrero y faltan más de 3 meses para eso. – preguntó Crabbe.
- Claro que es necesario, ahora que le ganamos a Gryffindor tenemos la oportunidad de recuperar la copa y ganar la copa de las casas, – respondió el rubio – o ¿tu que piensas, Waller?
- Me da igual. – contestó sin ganas. – Sabes que no me importa ese estúpido trofeo o tu tonta ‘copa de las casas’.
En aquel momento Harry caminaba en sentido contrario, justo para cruzarse en el camino de los Slytherin’s.
- ¡Miren quien se atreve a cruzar nuestro camino! – exclamó Malfoy con desprecio.
- ¡Acábalo Draco! – exclamó Millicent Bulstrod, que acababa de ingresar en el equipo.
El rubio se adelantó para enfrentar a Harry, pero un brazo bloqueó su camino.
- No es prudente que lo molestes, o te verás en problemas, Malfoy. – dijo Anny con calma.
- Vaya, Potter, ¿necesitas que tu novia te defienda?
- Claro que no, Malfoy. Mejor dale gracias que te salvó de parar en la enfermería, como siempre.
- ¡¿Cómo te atreves?!
Malfoy intentó sacar su varita, pero Harry ya la tenía afuera, apuntándolo directo al pecho.
- Ni se te ocurra pensarlo, Malfoy, sabes que soy más rápido que tú, y más hábil. Además, no he venido a hablar contigo. Así que mejor lárgate a tu práctica.
- ¿Qué sucede aquí? – la profesora Sprout se encontró con la escena de un posible duelo.
- Nada profesora – dijo Harry con calma – Malfoy ya se iba a su práctica.
- Pues baja esa varita y déjalo pasar.
- Claro profesora.
Harry obedeció a la Prof. Sprout y se quitó del camino. Malfoy no tuvo más remedio que continuar su rumbo hacia los jardines. Pero cuando Anny pasó por el lado de Harry, éste la detuvo del brazo.
- ¿Podemos hablar? – le preguntó Harry a la chica.
- Ahora tengo práctica. – contestó ella.
- Solo un minuto. Por favor.
- De acuerdo, que sea rápido – Harry la condujo al rincón de un pasillo, donde nadie pudiera escucharlos.
– ¿Qué quieres? – preguntó ella con fastidio.
- Que me digas que te está pasando.
- A mí no me pasa nada. – respondió con voz falsa.
- Por favor, a mi no me engañas. Te conozco perfectamente. Hay algo que te preocupa. ¿Qué es?, ¿es Winslow?, ¿te ha dicho algo?
- Harry, te digo que estoy bien. Tengo que irme a la práctica, me esperan.
La chica se marchó sin decir nada más. Harry no se quedó satisfecho con aquella respuesta.

*
Al pasar de los días, Anny se iba alejando cada vez más de Harry. Ya casi nunca conversaban, mucho por que ella lo evitaba, incluso en las clases. Era como si de pronto ella hubiera perdido toda su seguridad y la confianza que tenía en él. En varias ocasiones, las pocas en las que estaban juntos, Harry notó cierta frialdad en su mirada, algo que, día a día, la iba distanciando más y más de él. Ella se veía más triste y preocupada por algo que a Harry le habría encantado saber, pero ella se negaba rotundamente a decir.

Así pasaron los días hasta que por fin llegó Diciembre y con él el invierno. Una tarde a Harry le llegó la noticia de que Anny se hallaba en la enfermería, al parecer había sufrido un accidente durante las practicas de quidditch. Inmediatamente se dirigió hacia allá para saber como se encontraba. Luego de asegurarse que se encontraba bien hablando con Madame Pomfrey, le preguntó:
- ¿Que te está pasando?
- Estoy bien. - respondió nada convencida.
- Te conozco, sé que no estas bien, ¿por qué no me lo dices?
Ella lo miró a los ojos como desesperada por hablar pero al mismo tiempo resistiendo con todas sus fuerzas.
- Lo siento, no puedo. – bajó la mirada.
- ¿Por qué?
- No lo entenderías.
- ¿Qué no entendería?
- Nada, olvídalo.
- No, no lo olvido. Si me explicas puedo entender muy bien, solo esta que me hables, que me lo digas.
- Lo siento, pero de verdad, no debo involucrarte.
- Pero…
- No insitas Harry, no debo.
- Bien, como quieras. - respondió Harry molesto, levantándose bruscamente de la cama y encaminándose a la salida. Anny lo siguió con la mirada. Afortunadamente la enfermería estaba sola, si no, el chico habría llamado demasiado la atención, porque se regresó y se paró frente a ella.
- ¿No confías en mí? – le preguntó directo al grano.
- Claro que sí.
- ¿Entonces?
Anny lo miró un instante sin saber que responder, luego evitó su mirada.
- Mírame. – pidió Harry, pero ella no le hizo caso. – ¡Mírame! – ordenó, ahora con voz fuerte. La chica dirigió sus ojos a él, extrañada y sorprendida. – Tú fuiste la que me dijo que te confiara las cosas, te conté todo, ahora tú no me quieres decir lo que te pasa, ¿por qué?
- Es que… no puedo.
- ¿Sabes qué?, no te entiendo. Te molesta que no te cuente mis secretos, pero tú no haces lo mismo, me esta cansando tu actitud.
- No entiendes, Harry…
- ¿¡Que?!, ¿qué no entiendo? ¿Es algo grave, es sobre tu madre, sobre Voldemort?, ¡¿QUÉ NO ENTIENDO?!
- ¡No me grites!
La chica se levantó a su nivel.
- ¿Me dirás o no?
- … No, lo siento, pero no puedo…
- Bien. - contestó él fríamente.
- Harry… ¡Harry!
Comenzó ella, pero Harry se alejó de la chica y azotó la puerta al salir como un torbellino de furia, mientras ella continuaba llamándolo. Caminó deprisa sin detenerse para nada hasta que llegó a la sala común, donde había mucha gente. Atravesó sin escuchar ni hacer caso de nadie y se encerró en su alcoba.

Al día siguiente, a la hora del almuerzo Harry se encontraba en la biblioteca con Ron y Hermione buscando por su tarea de Pociones. No estaba muy concentrado que digamos, en su cabeza solo rondaba un pensamiento, Anny y su comportamiento extraño. Como si la estuviera llamando, la chica apareció a sus espaldas y se sentó a su lado.
- ¿Podemos hablar? – dijo musitando. Ron y Hermione se miraron un instante, pero no dijeron nada.
- ¿Ya me vas a decir que te pasa? – preguntó Harry.
- De eso precisamente quiero hablar.
Harry volteó a verla a los ojos, ahora muy atento.
- Harry… No puedo…
Harry regresó la vista al libro deseando que ella no estuviera ahí para no tener que gritarle lo furioso que estaba con ella.
- Pero, escúchame, – agregó la chica – lo que te tengo que decir es importante y…
- Sabes, ya no me importa. – La cortó Harry – Si no me lo quieres decir, no lo hagas, pero tampoco me digas nada más.
Se levantó y la dejó pasmada y dolida, frente al resto de estudiantes que estaban también en la biblioteca, mirándola atentamente.

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