domingo, 27 de enero de 2008

Capítulo 6.- Adiós a la Amistad.

Harry y Anny sintieron sobre ellos las pesadas miradas de todos los estudiantes del colegio. Había murmullos de sorpresa, incredulidad y, sobre todo, desaprobación. Todo alumno de Gryffindor observaba a Harry como si éste hubiera cometido la mayor traición que alguien pudiera cometer. Los Slytherin veían a Anny como si comprobaran lo poco digna que era ella de pertenecer a su casa. Pero aún así, y a pesar de que aquellas inquisidoras miradas los sentenciaran a muerte, ninguno de los dos se intimidó. Harry apretó fuerte la mano de Anny y ella lo observó por un segundo. Sin necesidad de palabras se entendieron el uno al otro. Ambos sonrieron, suspiraron profundo y avanzaron altivos, mirando al frente sin temor y haciendo caso omiso del mundo que los juzgaba. Habían decidido salir a la luz, dejar de esconderse y ser felices, sin importar quien los apoyara y quien no.

Después que tomaran los carruajes al castillo, todos los estudiantes llegaron hambrientos y dispuestos a devorar lo que les pusieran enfrente. Ron y Hermione se adelantaron de Harry y Anny, obviamente el primero aún se veía bastante molesto por la situación.
- ¿Por qué está tan enojado tu amigo conmigo? – preguntó Anny a Harry mientras caminaban hacia el Gran Comedor. – Pareciera que no quería que regresara.
- Eh, bueno… - Harry no sabía por donde comenzar. No sabía como reaccionaría ella ante la declaración de que besó a otra chica.
- ¿Me vas a decir o tengo que adivinarlo? – presionó la chica para que Harry hablara. Él pensó que era mejor no tener secretos. Solo esperaba que no se enfadara demasiado.
Harry llevó a Anny hasta un rincón donde nadie pasaba por el momento, para hablar tranquilamente.
- Lo que pasa es que… - y le contó todo lo que sucedió exactamente, tal como pasó – …entonces él pensó que yo saldría con su hermana por el hecho de que la besé, pero nunca estuve totalmente seguro de hacerlo en serio. Ella se ilusionó, pero en el momento en que te vieron que habías decidido regresar al colegio, bueno, Ron, creo yo, piensa que solo me divertí con su hermana. Pero no es cierto, yo nunca quise… besarla.
Anny lo miró atentamente mientras él le explicaba toda la historia, en ningún momento hizo expresión alguna, ya sea de disgusto, decepción o furia.
Harry por fin terminó de hablar y un incómodo silenció cayó sobre los dos. Anny seguía mirándolo sin pestañear, al mismo tiempo parecía estar meditando muy bien las palabras que iba a decir.
- Vaya. – dijo al fin. – Me alegra que seas honesto conmigo, de verdad lo aprecio. Aunque tengo una duda. ¿Qué sientes tú por ella?
Harry se sorprendió ante la pregunta.
- Bueno, es hermana de mi mejor amigo, ¿no? La quiero como un hermano mayor.
- ¿Estas seguro?
- Claro que sí.
- ¿Qué sentiste cuando la besaste?
- Nada comparado a lo que siento contigo. – respondió con firmeza.
Ella sonrió complacida un momento.
- Creo que debes aclarar las cosas con ella, y con su hermano. No quiero que pierdas su amistad por eso.
- ¿Crees que lo acepten?
- Sí, es lo correcto de hacer y deben de entender. – dijo ella con seguridad.
- Entonces… ¿no estás molesta?
- Confío en ti, Harry, no tengo porqué estar molesta. – Harry le sonrió, más relajado. – Pero tampoco voy a decir que estoy muy feliz por ello. Habla con ella, no quiero eso vuelva a ocurrir, ni siquiera por accidente.
Dicho esto, caminó sola hacia el Gran Comedor, dejando a Harry atrás. << 'Sí se molestó.' >>, pensó el chico antes de ir también al comedor.
Cuando llegó, acababa de ser la selección de los nuevos alumnos, que éste año habían sido muchos menos que años anteriores. Harry adivinó que la causa había sido la última intromisión de Voldemort en el castillo, por la que muchos padres no habían mandado a sus hijos.

- Bienvenidos a otro año en Hogwarts. – comenzó Dumbledor – Viendo los desagradables acontecimientos ocurridos hace algunos meses, he decidido agregar nuevas medidas de seguridad al castillo para evitar cualquier tipo de intromisión. Pero primero quiero presentarles a su nuevo profesor de DCAO que sustituirá a la Profa. Robinson, ya que ella ha tenido que abandonarnos por algún tiempo. Él es el Prof. Tobías Winslow, bienvenido profesor.
Aquel nuevo profesor era un hombre alto y de apariencia atlética, con los cabellos de un amarillo claro brillante, casi como el oro de Gringotts, y ojos azules como el océano profundo, con facciones finas y varoniles, casi prefectas. El nuevo profesor arrancó varios suspiros de casi todas las chicas del colegio cuando lo presentaron, incluso Hermione no podía apartar sus ojos de él con el pretexto de identificarlo mejor.
- Gracias, profesor Dumbledor. Primero que nada quiero darles las gracias por recibirme tan amistosamente en su escuela. Del lugar de donde vengo también hubo una escuela como ésta, pero desafortunadamente quedó destruida durante una batalla de magos hace ya muchos años atrás. Sé que será una buena experiencia estar aquí entre ustedes y mostrarles lo poco o mucho que conozco sobre la materia, jóvenes magos y brujas.
La forma de hablar de aquel hombre llamó aún más la atención de las chicas, ya que tenía una voz grave y profunda, le daba cierta entonación a las palabras que las hacía sonar como notas musicales que embelesan el oído. Elegante y caballeroso era su nuevo maestro de DCAO.
- Bien, luego de la presentación de su nuevo profesor creo que lo más conveniente es que comencemos con el Banquete. ¡A comer todos! – exclamó el anciano director.

La cena comenzó, no sin antes escuchar cómo los murmullos de todas la chicas se iba apagando poco a poco conforme avanzaba la velada. Harry miró hacia la mesa de los maestros y se percató de la mirada que le dirigía Snape al nuevo profesor, la cual era recelosa y, hasta cierto punto según Harry, temerosa; tal vez solo haya sido su imaginación, pero sintió que la mirada de Snape era igual a la mirada que él mismo también le dirigía a aquel hombre. Como si lo estuviera llamado, el profesor de pociones desvió su mirada al muchacho, quien inmediatamente la escondió observando la mesa de Slytherin en busaca de su novia. Cual fue su sorpresa al darse cuenta que Anny observaba atentamente la mesa de maestros, justo como él, y más cuando siguió bien la dirección de sus ojos, que se clavaban también en Winslow con las mismas características de su propia mirada.

Después del fabuloso festín que les fue preparado como bienvenida, el profesor Dumbledor continuó con su acostumbrado discurso.
- Una vez satisfechos todos, he de comunicarles cosas no tan agradables. Las nuevas medidas de seguridad se aplicarán desde éste instante. Nadie podrá entrar ni salir del castillo sin permiso, y aunque intentaran salir a escondidas, literalmente no podrán. Los pasillos serás patrullados ya no por alumnos, sino por magos adultos que han sido elegidos por mí para dicha tarea. Estamos tratando de mantener el mayor control de todo el castillo para evitar que se repita lo sucedido el curso anterior. Cualquier objeto que parezca peligroso o como medio de escape se les será confiscado si se les encuentra, no habrá permisos ni disculpas para aquellos que violen las reglas, recuerden que todo es por su seguridad, así que no traten de burlar su propia protección. Ahora, sin más que agregar, pueden ir a dormir.

Todos los alumnos comenzaron a levantarse para irse. Ron y Hermione, al ser prefectos, debían guiar a los de primer año, así que se adelantaron, eso sin mencionar que Ron seguía muy molesto con Harry.
Harry caminó con Anny detrás de todo el alboroto. Los dos venían en silencio, un silencio que decía mucho, casi podían escuchar cada uno el corazón del otro. Anny fue la primera en externar lo que su corazón decía y Harry ya se había dado cuenta.
- Te extrañé mucho, sabes. En más de una ocasión pensé en ir a buscarte, pero mi orgullo no me lo permitía.
- Yo también te extrañé, demasiado. Cuando te presentaste en Privet Drive casi no lo podía creer.
- Alan me llevó, me dijo que hablara contigo y que aclaráramos las cosas, que no podía seguir así. O regresábamos o te dejaba para siempre. Por él ahora estoy aquí… contigo.
- Creo que debo darle las gracias… aquí es.
Acababan de llegar a la entrada de la sala común de Slytherin.
- Gracias por acompañarme.
- Que pases buenas noches. – Harry la besó dulcemente.
- Con eso quien no puede dormir bien. – respondió ella, luego de separarse.
Harry la observó entrar a la mazmorra y desaparecer, luego él se marchó.
Al llegar a la torre de Gryffindor se percató de que había alguien esperándolo al pie del retrato de la Sra. gorda. Era Hermione.
- Por fin llegas. – le dijo.
- ¿Qué pasa?.
- Solo una cosa… Ginny.
- ¿Qué pasa con ella?.
- No está por ningún lado.
- ¿Y se supone que yo deba saber a donde se fue?
- Deberías ayudarnos a buscarla, ya que por tu culpa se puso como se puso.
Harry se sintió muy mal por el comentario de su amiga. Él nunca hubiera querido que sucediera lo del beso y todo lo demás, pero tampoco iba a estar preocupándose de todo lo que esa niña hiciera, si no era su mamá.
- ¿A dónde crees que pudo haber ido? – preguntó el muchacho.
- Ya la buscamos en las cocinas, Ron fue a las mazmorras, Colin a la enfermería y su hermano a la torre de Astronomía, yo acabo de regresar de la biblioteca, pero no está en ningún lado.
Harry meditó un poco.
- Creo saber a donde fue, sígueme.
Él caminó rápido, seguido de cerca por la chica. Cruzaron todo el pasillo, subieron las escaleras hasta encontrarse en el 7° piso, donde Harry se detuvo como para analizar el terreno. De repente continuó caminando y pasando tres veces por el mismo lugar. Para este momento Hermione ya había entendido lo que hacía. Unos segundos después de que Harry caminara tres veces cerca de la pared, una puerta apareció de la nada y se abrió ante ellos.
- ¿Ginny, – preguntó Harry – estás ahí?
- ¡Déjame sola! – gritó la chica desde un rincón de la oscura y fría habitación que había aparecido.
- ¡Ginny! – exclamó Hermione., y corrió hasta ella. – ¿Pero qué haces aquí?, todos estamos muy preocupados por ti, ¿por qué desapareciste así?
- Solo quería estar sola.
- Yo te entiendo, pero no debiste hacerlo. Ron está muy preocupado, todos lo estábamos.
- No creo que todos. – dijo mirando a Harry un segundo para luego esconder la cara nuevamente.
- Bien. – respondió este, más dolido que otra cosa – ya la encontraste, ahora me voy.
Y sin esperar a las chicas, se marchó rumbo a su dormitorio.

Harry llegó más rápido de lo que planeó a su alcoba, se tumbó en su cama y se puso la almohada sobre su cara en señal de fastidio. ¿Cómo podía decir aquella niña que él no se preocupaba por ella, si fue él quien la rescató de Ton Riddle y la consoló cuando el boggart se transformó en su peor temor? En aquel momento la puerta del cuarto se abrió y cuatro personas entraron al lugar.
- Que bueno que ya apareció.
- Sí que nos preocupó.
- ¿Por qué se puso tan mal, Ron?. Ni siquiera se presentó a la cena.
- Es una larga historia…
Los cuatro se detuvieron en seco al ver que Harry se enderezaba de la cama.
- Hola Harry. – saludó Neville. De hecho, fue el único que lo saludó.
- Que tal, Neville. – respondió Harry cansino.
- Hermione me dijo que fuiste tú quien encontró a Ginny.
- Gran cosa… saber donde está después de que la hace huir.
- ¡Yo no le hice nada a tu hermana!
- ¡¿A no?!… ¡¿acaso no te burlaste de ella?!
- Claro que no, lo que pasó es que…
- Te aprovechaste de ella, ¡ESO PASÓ!
- ¡No es cierto!…
- Pero, ¿qué pasó? – preguntó Neville.
- Nada, solo…
- ¡¿NADA?!, ¡¿LLAMAS NADA A LO QUE HICISTE?!
- Ron, sabes que yo jamás le haría daño a Ginny, es TU hermana, además ella sabía perfectamente lo que hacía, yo no la obligué.
- ¡Pero tampoco la detuviste, eso te hace culpable!
- Ron, quiero aclarar las cosas contigo…
- ¡¿Y te decías mi amigo?!
- Soy tu amigo, solo déjame expli… - ¡¡¡PUM!!!
El puño de Ron se estrelló contra la mejilla derecha de Harry, quien se tambaleó un poco antes de sostenerse del bisel de su cama, mientras el pelirrojo ya sostenía su varita en alto apuntándole directo al pecho. Harry no hizo absolutamente nada, ni se molestó en sacar su propia varita para defenderse, solo se quedó mirando a su amigo directo a los ojos, diciéndole con la mirada que lo sentía, pero éste parecía no aceptar la disculpa.
- ¡¿Por qué lo hiciste, Harry, porqué?!
- Tú sabes que no fue mi intención…
- ¡¡NO MIENTAS!!
- Ron…
- ¡Ya no quiero saber nada, hasta aquí llegó nuestra amistad, Potter, se ACABÓ… PARA SIEMPRE!
El chico se dio media vuelta y se escondió tras las cortinas de su cama.
- Ron… - lo llamó Harry, pero éste nunca respondió. Así que no tuvo más remedio que irse a la cama él también, tratando de evitar las curiosas miradas de sus compañeros de habitación.

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